Inteligencia artificial y creación viva: nuestro camino — consciente
1. La IA — en el mundo, y nosotros — en la realidad
La inteligencia artificial hoy está en todas partes. Se habla de ella en los medios, en cursos, en los negocios e incluso en el arte. Se le teme. Fascina. Se integra por doquier.
Unos automatizan tiendas, otros — crean noticias y reseñas falsas. Y alguien solo quiere simplificar el trabajo rutinario.
Y aquí estamos nosotros. Personas que también usamos la IA. Pero con la cabeza clara y con corazón.
No somos un flujo de imágenes sin rostro. No somos un generador automático de “contenido por el contenido” ni otro “negocio rápido”. Somos artistas que eligen las herramientas de forma consciente. No corremos detrás de la velocidad: trabajamos por el sentido y por el resultado.
Imagina: hace frío, llueve, tienes hambre. Dos opciones: buscar leña, encender una hoguera, esperar a que prenda, o meter la comida en el microondas.
A los 3 minutos — ya está caliente, listo, sin molestias.
Así es con la IA. Lo que antes llevaba días — ahora requiere unas horas. Y es realmente cómodo.
Pero ¿está más sabroso un plato si solo se recalienta? ¿No se pierde algo importante — aroma, carácter, idea?
La IA no es magia. Es un microondas. Si no cocinas tú — no creará nada auténtico.
2. Ella lee patrones — nosotros vemos ideas
No nos idealizamos. Tampoco idealizamos la IA.
Sí, la usamos. Pero no para que haga todo por nosotros. Sino para aliviar lo que distrae de lo principal — la creación.
No le pedimos que piense por nosotros. No le entregamos nuestra voz, gusto o estilo. Pero sí, le damos la rutina. Y en eso — está toda la diferencia.
La IA ayuda: traducir textos técnicos, analizar tendencias, crear un boceto básico — cuando buscamos una dirección, no una respuesta. Antes, eso tomaba muchas horas.
Pero cuando empieza la creación — la IA calla. No sabe qué variante es la acertada. No percibe el límite sutil entre “casi salió” y “esto es”. No puede decir por qué conviene quitar esta pincelada y dejar aquella otra.
Revisamos decenas de imágenes nosotros mismos. Descartamos. Editamos. Añadimos detalles finos. Corregimos lo que “no se siente” bien. Comprobamos cómo se ve en material, en impresión, a la luz, en movimiento.
La IA no hará esto. Porque no siente. No ve el carácter. No entiende que en una imagen debe haber estado de ánimo. Y que una buena obra — tiene mirada.
3. En el mundo de las falsificaciones — cuesta encontrar lo auténtico
Hoy todo internet es como una exposición gigantesca. Y la mayoría de “piezas” allí — no son reales.
Tiendas enteras creadas con IA: fotos falsas, productos inventados, reseñas escritas por la máquina. Lucen atractivas, bien optimizadas, crecen rápido con los algoritmos.
En Etsy se vendían instrucciones de tejido inexistentes. En Amazon — “artículos únicos” que nadie sostuvo en sus manos. En Facebook — anuncios de láminas que ningún artista dibujó. Todo eso — obras de máquinas que se hacen pasar por personas.
El comprador no puede distinguirlo. Porque por fuera todo convence: hay reseñas, hay fotos, incluso hay un “vendedor”. Pero detrás — no hay nadie. Ni alma, ni idea, ni responsabilidad.
Y lo más peligroso — las propias plataformas no ven la diferencia. Impulsan lo que se clica, se da like y se compra a menudo. Al algoritmo le da igual quién lo hizo. Por eso lo inventado gana ventaja.
No podemos competir con fábricas que generan 10 000 “diseños” al día. Pero sí podemos decir: somos reales. Tenemos rostro, proceso, historia, elección.
Y eso se nota. Incluso sin firma.
4. Incluso la IA de pago — no es un hada madrina
Puede parecer que si pagas por una IA potente tendrás un asistente inteligente que lo adivina todo y lo hace perfecto. Pero la verdad — es otra.
Incluso los mejores modelos tienen límites. Olvidan el contexto. Se enredan con instrucciones largas. No recuerdan lo que dijiste hace cinco minutos. No tienen intuición. A veces — ni lógica.
No es una queja. Es la realidad: la IA no reemplaza a la persona. Ayuda. Acelera. Pero tú decides qué merece la pena y qué — es solo un envoltorio bonito. Tú ves dónde hay sentido y dónde — algo vistoso pero sin vida.
Cuando creamos un diseño o buscamos una idea para un grabado, print, postal o póster — necesitamos más que generar. Necesitamos sensación. Y eso no se imita. No está en el código.
Aun si la imagen es bonita — no funciona si no transmite nada auténtico.
5. Fotos que la IA no crea — porque en ellas somos reales
Publicamos fotos con Anna. No porque busquemos popularidad o persigamos “likes”.
Los artistas son distintos. Discretos, con medida, con gusto. Y, por lo general, en segundo plano.
Pero entendimos: es necesario.
Porque solo así podéis ver que somos personas, no IA. Que realmente trabajamos, creamos, seleccionamos. Que nuestros objetos existen de verdad, no en la imaginación del algoritmo.
No es una puesta en escena. Es — un trocito de nuestro proceso real.
Y queremos que entendáis: no compráis solo un “producto”, sino el trabajo de un artista, de un diseñador, de un creador.
No en un supermercado. No en un sistema. Sino a una persona — que fue, es y será auténtica.
Y el objeto elegido — está hecho con manos y corazón.
6. Lo auténtico — no siempre es rápido. Pero siempre se siente
La IA puede crear mil páginas en una hora, pero no queremos ser quienes corren por la cantidad, porque lo auténtico no se hace en serie.
Nuestro proceso es otro: primero — la idea, luego — variantes, edición, dudas, impresión, evaluación, rehacer. Y solo entonces — el final. A veces es un día, a veces — una semana. Pero cuando el resultado está listo, podemos sostenerlo y decir: “Esto — es nuestro”.
A menudo seleccionamos imágenes generadas por IA. Pero no mecánicamente — las miramos como artistas y dejamos solo aquellas con potencial. Editamos, pulimos, recortamos, adaptamos. Porque una imagen bonita — aún no es un producto, es solo un boceto. Y el producto — es el resultado del trabajo, de la elección, de la responsabilidad.
Por eso no tenemos cientos de “posiciones”. Tenemos — lo seleccionado, comprobado, sentido.
Porque todo lo que tiene significado y merece vuestra atención — exige esfuerzo y trabajo minucioso.
7. No estoy en contra de la IA. Pero estoy a favor del alma en lo creado
No soy santa. Ni una romántica que “solo escribe con pluma”. Soy moderna. Uso herramientas que de verdad ayudan. Pero no cedo el timón a la inteligencia artificial. Porque entonces mi camino — ya no sería mío.
Sé que la IA puede aliviar el trabajo. Que es útil. A veces incluso inspira. Pero no es la autora.
No sabe para qué creo, ni siente a quién se lo entrego.
Me pregunto cada día:
— ¿Es honesto?
— ¿Es armónico?
— ¿Es mío?
Y si la respuesta es “sí” — publico la obra. Si no — sigo trabajando.
Porque entiendo: mi meta — no es solo crear un producto. Es regalar un estado de ánimo, luz y calor.
Y eso jamás lo hará ningún código, por genial que sea.
8. Pequeño negocio — no es debilidad. Es una elección.
No somos una corporación. No tenemos presupuestos infinitos para publicidad ni cientos de empleados. Pero tenemos algo que no se compra — sinceridad, carácter y humanidad.
No creamos solo un surtido. Creamos obras. Cuadros, prints, grabados, tazas — cada objeto pasó por nuestra elección, nuestra experiencia, nuestro gusto. Y cada uno no es solo un producto, sino un vínculo.
Podéis encontrar objetos parecidos en otros sitios, pero si buscáis algo con historia, con alma, con la sensación del autor — aquí lo encontraréis.
Nuestras obras no están hechas para el flujo, sino para quienes buscan lo auténtico. Y eso se siente antes de comprar.
9. Cierre — sin plantillas, pero sincero
No somos perfectos. Pero somos reales. No nos escondemos tras avatares. No creamos historias falsas. No perseguimos la “masividad”. Trabajamos con conciencia, con gusto y con humanidad.
Usamos IA — igual que alguien usa un teléfono o la electricidad. Pero creamos — nosotros. Seleccionamos — nosotros. Respondemos por cada elección — nosotros creamos.
Y por eso nuestras obras están vivas. En cada una — hay pensamiento, elección, emoción. Y si apoyas este enfoque — ya formas parte de esta historia.
Echa un vistazo a nuestra tienda. Síguenos en redes. Cuéntaselo a tus amigos. Y recuerda: en un mundo con tantas copias, la autenticidad — es lo más valioso que podemos ofrecer.
10. Posdata
Este texto no lo escribió una agencia. Ni un equipo de marketing. Lo escribió una artista que solo quiere hacer lo que sabe: crear, pintar, compartir belleza. Y dar a sus hijos la posibilidad de vivir con seguridad, sin guerra, en un país nuevo.
En 2022 nuestra familia se vio obligada a dejar su hogar en Ucrania a causa de la guerra. Dejar lo habitual. Empezar de cero — sin idioma, sin apoyo, sin un rostro conocido cerca. Y pese al tiempo en Francia — este idioma aún nos resulta muy difícil. Por eso la IA para nosotros — no es moda, sino una herramienta salvadora. Ayuda a traducir, a formular, a transmitir nuestras ideas cuando las palabras se atascan en la lengua.
Palabras que salen del corazón
Queremos agradecer a todos los pueblos y a la gente buena en distintos rincones del mundo que abrieron las puertas de sus casas, corazones, escuelas e instituciones para millones de ucranianos. Millones de personas hallaron refugio y protección.
Pero un agradecimiento especial, profundo y muy personal — a Francia.
Al pueblo francés, que no dejó a nuestra familia sola. A los amigos franceses que aparecieron en nuestra vida y se convirtieron en nuestro apoyo. A las autoridades francesas, que actuaron con rapidez, claridad y humanidad.
Nos sentimos no extraños, sino acogidos. No solo nos salvaron del peligro — nos dieron la oportunidad de vivir, crear, creer.
Llevamos esta gratitud en el corazón cada día, y se quedará con nosotros — para toda la vida.
Familia Mamchur
P. P. S.
Un agradecimiento especial a mi esposo y a mis hijos por el apoyo infinito, la comprensión y la inspiración que brindan cada día. Vuestra fe en mí y en nuestro proyecto — es algo que no reemplaza ni la IA más potente. Sin vosotros no podría decir “NOSOTROS”. Gracias a vosotros puedo avanzar con confianza y crear lo que importa no solo para mí, sino para todos nosotros.
Este material trata sobre la elección consciente y la autenticidad. Si te ha resonado — compártelo con quienes valoran el arte vivo.
